jueves, 25 de febrero de 2010
Canción monedista de estudiantes
lunes, 22 de febrero de 2010
Poema dedicado al poeta árabe Tamim al Barguti
No harás malas comparaciones
viernes, 19 de febrero de 2010
Sumo porque asumo
Tiroteos rotos (cuento cubista con banderas)
jueves, 18 de febrero de 2010
La altura
Diseñar gigantes. Ese era el reto. Parecía elevado, celestial. Al menos daría vértigo, y el viento soplaría seguro y frío allá en la cima, en la cima del gigante. Eso era la altura para los Llamados: frío, vértigo y temor, en resumidas cuentas.
Los Llamados paseaban su alegría dondequiera que fuesen, era una alegría sincera y profunda. Estar arriba, conocer de verdad al viento, sus cambios de humor, sus rayos. En su camino feliz de grandes promesas, cuando celebraban con vino la Llamada, despreciaban los andamios que encontraban a su paso: ellos construían gigantes, estaban arriba, borrachos de aire.
El caso era que no sabían crear gigantes, y al poco acabaron diseñando andamios en ese enorme vacío que quedaba entre sus tempranas expectativas y la realidad, tan distante. Fría, eso sí, e incluso vertiginosa, pero parecía más bien un deseo mal formulado al genio de la lámpara de los Elegidos.
Así que eso no era la altura. No era frío, vértigo y temor, en resumidas cuentas. El error cayó como una losa sobre todos sus sueños de papel.
Algunos abandonaron, otros se replantearon el significado del término, y otros, los más numerosos, arremetieron contra la altura, fuese lo que fuese. Ya no era ni buena ni deseable; por el contrario, había que negarla hasta hacerla desaparecer.
Así que limitaron la estatura de la población, prohibieron los vuelos acrobáticos, los saltos fueron penados y hubo un duro debate acerca de la influencia de objetos obscenos, tales como las escaleras o los ascensores.
En cualquier caso, nadie se dio cuenta de que diseñar gigantes no es tarea de receta, papel y lápiz. Un gigante está vivo. Esas cosas no se “diseñan”. Los seres vivos no se planean con autocad.
Los gigantes estaban, en realidad, por todas partes.
El caso es que, a pesar de los esfuerzos, nadie fue capaz jamás de vislumbrar el verdadero sentido de la altura.
Pero están aquí.
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De qué va (realmente) el monedismo
miércoles, 17 de febrero de 2010
Quitasueños (Cuento cubista con relojes)
Solemne, acariciaba el hielo de las fotografías con avaricia y duda. El hielo no era una guitarra. Ni un piano. Detrás, se retorcían las uñas del frío y brillaban los dientes. Deberían soñar. Soñar con arena, con té y con azúcar. Congelados detrás del hielo, veían brillar la sierra y las pinzas. Se susurraban algo sobre escaleras y pieles. Se susurraban? sí, se susurraban pero no se les oía. Un ojo abierto y una cadera torcida. Un cuello estirado y una mueca. Observaba como los doctores. Arqueaba el violín de su cintura, tumbaba el oboe del cuello, pintaba con los dedos el hielo - Sería éste?... sería aquél?... - "Sí, seguro que están soñando".
Subir a la luna para robarle el collar. Apagar las velas de las estrellas una a una. Robar a la primavera todas las flores. Cogió el martillo y el hielo no suena como suenan las sinfonías. Tumbó el bloque y no había óperas ni arias mientras levantaba la mano. La sierra no sonaba como suenan las sonatas ni las concertinas. Con las pinzas arrancaba flores, apagaba velas y robaba collares. Sin una soprano ni un violoncello. Sin ni siquiera el sonido de los árboles iba incrustando el azul. Olor a nana seca en la solapa, manchas tristes de susurros por el suelo y un réquiem asomando curioso el hocico desde su agujero. Los demás seguían congelados. Se les veía brillar los dientes y los ojos.
Pena congelada sin lágrimas detrás de los cristales. Marionetas que se disuelven en el fermento del desván. Ordenar las herramientas como pinceles. Limpiar con cuidado el clavicordio y la tuba del suelo. Archivar meticulosamente la métrica del esternón. Sus pasos no sonaban a sol ni a playa, ni a uvas ni a azúcar sonaban sus pasos. Congelados detrás del hielo, se susurraban algo sobre escaleras y pieles. Se susurraban? sí, se susurraban pero no se les oía. Antes de irse "Soñarán?" - pensaba - "deberían soñar". Uñas que no arañan y un ojo abierto. Sí, seguro que están soñando.
Y todo volvió al silencio.
martes, 16 de febrero de 2010
Electro-shock Scriptorium, or Automat-self-Censorship
el poeta,
el toro.
Escribe sus versos
con los cuernos en la arena,
poeta el toro,
el del escroto
con dos globos.
¿Y el bufido?
Deja al toro,
al poeta,
al toro,
que firma con un asta y puntúa
con un huevo,
henchido.
¿Ha sido un bufido?
Sólo son tachones,
arrepentidos,
que buscan el burladero...
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lunes, 15 de febrero de 2010
Pesca
hago reposo,
aguardo.
Siento la tensión que crece
en los extrarradios,
pero apuro aún más la espera,
alargo el silencio suspendido porque sí.
La impaciencia es un bocado que se come solo,
y en inercia sorda aguardo y trago,
callo y crezco,
observo,
me hago ciego ante la luz.
Elijo seguir el ritmo con los párpados bajados,
llegada la hora del sonido
-la imagen chirría junto al susurro crónico
que suena sobre sí mismo,
desesperado.
Me tomo mi tiempo,
hago reposo,
tiento a la meta,
espero firme,
ausente,
como una roca.
La tensión se hace ruido,
se hace gritos y palabras
- casi me voltean los brazos impacientes
de los verbos.
Pero me tapo los oídos,
apago el tacto,
desactivo el equilibrio,
sello la boca
a la espera del gesto,
desde dentro del capricho.
Me tomo mi tiempo,
dejo reposar al fuego,
me hago aliado del reloj
y tiento a la impaciencia,
que muerde un viejo anzuelo;
pero aún,
espero.
Agotado el pez,
lo animo
con el poder incuestionable de mi inacción.
Lo animo a luchar un poco,
a coletear esperanzas,
a salpicar explicaciones,
a tirar con una fuerza que no basta,
y que se sueña poderosa como el mar.
Luego,
hablo.
Como una losa, hablo;
como un viento, hablo;
como un disparo, hablo;
como mil bofetadas,
hablo;
y con todo el peso del cielo
ganado a los inquietos,
hablo.
Y los peces aplastados
comparten sus ofensas,
se indignan,
se encienden,
enumeran sus desdichas,
acusan a la injusticia con el dedo...
Todo ello
antes de calmarse,
antes de aburrirse
y regresar a la batuta del reloj,
entre mis dedos.
Antes de esperar de nuevo,
de impacientarse,
lentamente,
por la llegada del suceso siguiente...
Pero yo me tomo mi tiempo,
hago reposo,
y aguardo,
caña en mano,
con el hilo del tiempo
brillando ante mis ojos,
y la cesta llena...
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martes, 9 de febrero de 2010
Aumento de día e de noite
Aumento de día e de noite a extensión da miña viaxe
Isto leva-me a forza a seguir o meu camiño certo
Eu teño un desexo guerreiro e ardente que collo na poesía do deserto
Eu sempre serei a favor de conquistar o mundo con un proxecto.
Algúns dos meus profesores van lembrar os amigos doutros tempos
E iso pode contribuír ao coñecemento do meu pasado
Se aprendemos a xogar coas cousas e a mantelas no saco das lembranzas
A nosa vida vai gañar considerablemente en riqueza real.
Son consellos moi oportunos os que non afectan á vida dos adultos parvos
Só en torno a nós imos atopar miles de exemplos, falar sobre as lámpadas
En calquera cidade podemos sentir unha forma menor de arte mecánica, unha moda
Estamos ledos deste xeito ata que nos vemos fóra xa da idea que tiñamos en mente
Na nosa viaxe en aumento.