lunes, 5 de julio de 2010

A una mujer demasiado bella.

Esta mujer es demasiado bella
como una tierra inhóspita
como un mar hostil
como un cielo en llamas.
Y es injusto que no se puede amar
a lo que mayor deseo
de amor provoca
tan solo se puede
cruzar el Helesponto
y ser hecho prisionero
rendirse
ante la voluptuosidad
entre los senos de Persia
tan solo sucumbir
entre sus caderas
sin ninguna
esperanza de evitar el enemigo
guardando el recuerdo de Alejandro
que dentro de nosotros queda
como una ciudad ardiendo tras su marcha.