martes, 30 de noviembre de 2010

Tambores de guerra.

Las explosiones se extienden invisibles y mudas detrás de los cráneos vacios.
Las uvas maduras prenden de las parras. Cuidado con el hombre normal.
Sangre. La poesía ha muerto amigos. Cosas naturales que acontecen todos los días.
Su cadáver yace entre mis manos trémulo y pálido, y ningún duelo puede ser pedido a los ciegos que lo velan.
Oh hermana ¿Qué te ha pasado? ¿A dónde se han ido tus días de gloria?
Sólo tú puedes sentirla, sólo tú la escuchas cuando se queja, se ha vuelto tu tortura personal.
Las balas silban como caricias en secreto.
Ahora lo capto eres creyente, puedes creer en los cangrejos, en los sapos y las liebres. En tus ratos libres le das vida a una serie americana falsa y animada.
A menudo crees en las coca colas y en las virtudes paliativas de la prensa escrita.
Relámpagos inauditos están vedados a tus ojos folladores.
Agáchate están disparando otra vez...
Ahora lo comprendo no te queda munición. Te agradecería entonces que te agacharas guardaras un poco de silencio.