jueves, 31 de diciembre de 2009

La semiótica espacial de Mala-Leche




Esta tormenta ha estallado en el corazón de mi mente.
Creo que algunas cosas que ocupan un pequeño número de instantes en la vida se pueden ir acumulando fácilmente en un sobre o en una obra de arte, y la paz,
perseguida por los ignorantes,
esconde además la estúpida esperanza de no tener suficiente sangre, es decir, todo el trabajo de dos amantes en el norte. No diré quienes.

En una serie de conchas que respira la noche y el viento, soy como la grava y un poco de amor y estoy encantado de ser abordado como un barco pirata,
pues prefiero comparar una variedad de la belleza con otra de la dulzura,
y también tocar una larga nota en la guitarra de la experiencia.

Si cuenta la paciencia de la marea eterna de la miseria humana, acierto en mi tono,
y parece que el agua está lista para describir las posibilidades interactivas del deseo.

El trabajo de mármol es una canción de la noche. No, la luna es una red de espuma y el ruido de las olas en la arena un motor, y el ritmo constante de la tienda una aventura. Una rica experiencia de trabajo de la tierra y el mar, en la misma noche, la experiencia y los destellos de luz, y el espíritu y la atmósfera de violencia.

Esta noche, las mareas y los iconos se reservan para su uso posterior.

¿Los traficantes de peligros ya no creen en el trabajo?

Paso por la cocina, veo tortas de luna en la noche de noches, como y bebo nostalgias.

Toda mi vida siento chispas de oro en la frontera de la tierra con el mar. Y ahora pienso en la ansiedad de mi pupila cuando se frota para ver las olas, y en el conocimiento de años de luto, del mar eterno y un mono que se ha visto incluido, pero qué decir de la miseria humana, y parece que cuaja la idea de la tristeza del Mar del Norte.

La playa es una obra maestra de suspense que no está en el libro que estoy escribiendo con un estilo glamoroso que utiliza dos palabras toda la noche y el valor y la astucia del amor dedicado a la paz y al amor. Armado para luchar contra la noche americana, y espero que mi sangre no beba cervezas diferentes, nunca me dijeron que la aceleración de la bohemia se acaba como el calor de la playa en invierno
o el brillo de la roca
o el ruido en la calle
o el tiempo en el efecto
o el compromiso en el silencio.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Concierto de Navidad

Poesía y poetas. Vaya.


Hubo un primer poema, en algún momento; alguna vez alguien lo compuso, y ese fue el primero de todos, no importa si el segundo nació un minuto después a varios miles de kilómetros de distancia del primero, o demás estupideces. La poesía nació por sí misma sin necesidad ni de poetas ni de críticos ni de cafés ni de imposturas ni de sacrificios. Brotó. No fue necesaria ninguna historia de la literatura, ninguna tradición identitaria. Cuando nació, nació por sí misma, sin parangón, pura y totalmente nueva y fresca.



Si la poesía brotó por sí sola sin necesidad de grupos, editoriales, concursos, tendencias, movimientos, replicantes, impostores, envidias, resentimientos, traiciones, vanidades, lecturas, presentaciones, firmas y todo lo que caracteriza al maravilloso mundo literario contemporáneo, ¿podrá brotar con frescura entre tanta mierda, tanta metapoesía, intertextualidad y demás refritos? Un poema que necesita el peso de su propia tradición para explicar su postura (o impostura), es un fraude, un pleonasmo, una broma.



¿Paso? Sí, creo que paso, ¿no?



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jueves, 24 de diciembre de 2009

La habitación cojiblanca de Mala-Leche

He encontrado la forma de la presencia mística en una aventura industrial
He roto la muerte de todos los horizontes con la fresca sombra de mi silencio
He filmado un amor gris como un paseo hipnotizado por los efectos del miedo
He recogido la azarosa pigmentación a la medida de su irrupción musical

Los años de añoranza de océanos filtrados por la amabilidad me dan igual
No hay eternidades que acompañen al hombre con la muerte en este misterio
No recorreré los caminos de Perrugia o Florencia con alas blancas al cuello
Ni pintaré el recuerdo de mi sombra para la derrota de los filibusteros del mal

Este motor sin herramientas, esta desilusión en un viaje, este deseo constante
del elixir de su corazón o el amor del gran cielo azul, avanzando trepidante
si sueña un hombre, si queda una mancha en las manos, se irá con mi rocinante

Mi trono gira en torno a mi gran alucinación. Que se despierte él, con sus ojos grandes,
No aspiro ya a mantenerme en pie, ni a tratar de excavar con palas un valle de setas gigantes,
porque no aguantaré la calma ejecutada en una rueda de la fortuna con fiebres excitantes.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El desencanto del verbo imantado

¿Para qué escribir?

¿Para qué proyectar nada en las palabras
cuando otro proyectará en ellas sus sueños?

Sábanas de colores,
paredes pintadas,
papel, de seda y de estraza,
y el crujir de árboles muertos:

sed pantalla de lo invisible.

El espejismo-motor del poema
se esfuma al besar el delirio ajeno,
como los sueños cumplidos son las pesadillas
de sus suspiros invocantes...

La proyección de la poesía,
la que la anima,
es la mentira;

toda fascinación procede del espejo.

¿Y el parafraseo alrededor de un verso?
¿Y sus complementos?

Uniformes, café,
miradas, poses,
odios, envidias,
resentimientos,
cuchicheos,
chismes,
lecturas,
presentaciones,
reuniones,
recitales,
rencillas,
intrigas,
falsedades,
maniquíes,
maniobras editoriales,
sonreír a quien conviene...

Cuando una nada tan insulsa
necesita tanto para completar su farsa,
es que es sólo un mal reclamo
soplado en el desierto
por un cazador ciego
para patos imaginarios.

¿Qué ha pasado con el hálito de vida,
el que muere al ser nombrado?

El propósito, el ímpetu,
el misterio y su conjuro...


¿Poesía?

¿Me hablas de eso?

¿Poetas?

¿Sabes quién eres tú?

¿Sabes qué eres?

¿Sabes, aunque sea a algo?

¿Crees, aunque sea en tu propia llama?

¿Y tus ojos de cristal,
qué significan?

Y ni siquiera me devuelves
un “no” encendido
exultante de arrogancia...

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domingo, 13 de diciembre de 2009

lunes, 7 de diciembre de 2009

Galería de poetas monedistas: Roberto




Roberto era un poeta filósofo, porque estudiaba filosofía, y probablemente sigue siendo poeta y sigue estudiando filosofía, además de nuevas actividades. No lo he visto cuando he estado en Sevilla, pero en su momento fuimos muy amigos y llegamos a tener mucha complicidad. Roberto ha sido apodado Dr. Roberts, en honor a la canción de los Beatles, y también he oído a gente llamarle "Rober", pero siempre me ha gustado llamarle Roberto. Roberto frecuentó las reuniones del grupo de poesía en el patio desde el primer año en que se convocaron. Siempre acudió a las reuniones de poesía con un poema escrito a mano, a veces el mismo día viernes, y a veces con más de un poema, pero había que pedirle que lo leyera para que pronunciara sus versos, a menudo breves, y con poco énfasis, pero muy seguros, como saetas al corazón del testigo. Su poética siempre se centró en el amor, en su forma más desnuda, palabras que nunca hablaban de relaciones a largo plazo, sino de gritos y vacíos, en los que se escuchaban ecos constantes de sus múltiples referencias, Ezra Pound, Téophile Gautier, la saga de Gilgamesh y Rimbaud, como todos en aquellas fechas, sobre todo Ojos Negros. Roberto publicó un poema que escandalósamente mencionaba la palabra semen en la revista Espacio Joven que saqué con María, Antonio, Juan Alberto y la alcaldía de Manuel Ruiz, en Alcalá de los Gazules. La última vez que vi a Roberto, me trajo un emocionante regalo, un detalle escogido: una breve antología de poesía árabe muy poco pretenciosa, encontrada probablemente durante un glorioso paseo matutino.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Mala-Leche en la biblioteca en llamas


Ojalá se salven los miles de libros que leí, y ojalá se salven los que no pude leer.
En este siglo XXI, -piensa Mala-Leche-, los libros que se quemen serán los últimos
porque no se volverán a reeditar en papel, porque solo habrá copias digitales y en pdf
o en los buenos y mejores formatos que vayan sucediéndose en las próximas décadas.

Las marcas, los órdenes, las notas, los apuntes y reseñas, los recuerdos y las manchas,
se esfumarán también con el papel y el plástico de estas ediciones recientes de editoriales cursis,
pero tan suaves que agradan, esos libros plastificados de buenas ediciones que ni nosotros ni nadie leerá nunca,
y a lo sumo de las bibliotecas se conservará una cultura familiar hecha de lecturas en voz alta,
de oralidad en la cena, de sesión de lectura poética, o filosófica, o una novela francesa, o un refrán.

Las bibliotecas públicas también tendrán sus colecciones cuidadas por aficionados conservadores, como si fueran teatros o museos de arte o de cualquier otra especialidad, porque los libros serán
la forma externa de una especialidad de la vida capitalista disuelta en la red de la información
y la comunicación
mediante nuevas tecnologías.

Las llamas se propagan por las estanterías de mi biblioteca. Ojalá se salven algunos libros, unos cuantos, alguno. No me quedará nada. Tocaré música, pintaré, bailaré, seré holgazán.

(Mala-Leche se acuerda de su violín)