jueves, 24 de diciembre de 2009

La habitación cojiblanca de Mala-Leche

He encontrado la forma de la presencia mística en una aventura industrial
He roto la muerte de todos los horizontes con la fresca sombra de mi silencio
He filmado un amor gris como un paseo hipnotizado por los efectos del miedo
He recogido la azarosa pigmentación a la medida de su irrupción musical

Los años de añoranza de océanos filtrados por la amabilidad me dan igual
No hay eternidades que acompañen al hombre con la muerte en este misterio
No recorreré los caminos de Perrugia o Florencia con alas blancas al cuello
Ni pintaré el recuerdo de mi sombra para la derrota de los filibusteros del mal

Este motor sin herramientas, esta desilusión en un viaje, este deseo constante
del elixir de su corazón o el amor del gran cielo azul, avanzando trepidante
si sueña un hombre, si queda una mancha en las manos, se irá con mi rocinante

Mi trono gira en torno a mi gran alucinación. Que se despierte él, con sus ojos grandes,
No aspiro ya a mantenerme en pie, ni a tratar de excavar con palas un valle de setas gigantes,
porque no aguantaré la calma ejecutada en una rueda de la fortuna con fiebres excitantes.

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