¿Dónde has estado?
Claro,
y por qué no,
"de cuando el aire eran promesas
y la luz eran filtros de olor de lluvia".
Sí,
olía a lluvia hasta en el desierto,
y qué rico el mosaico,
la vista grande,
cercana,
oler la luz,
beber el aire,
ver el sabor,
tocar con la mirada,
bailar su corazón,
el de cualquiera,
y sobre todo alcanzar la ceguera blanca de la muerte.
Pero el olor a barro lo es de ozono,
la lluvia huele a gas de átomos gemelos,
el saltinbanqui descubrió su alma,
tras ser tierra,
árbol, madera,
Pinocho
y burro.
Pero no importa,
¿recordar cuando el mundo pertenecía
a mis pestañas?
Qué pequeñas eran vistas sólo con los ojos...
Subir las torres de las farolas,
beber la lluvia de vino,
saltar como hojas secas
entre los corazones huidizos de la gente
-y entre los afectuosos,
hojarasca,
tormentas,
tornados con que firmar el suelo...
¿Dónde has estado,
cuando los cristales rotos
nos hicieron heridos,
yonkis de la poesía del gemido?
Amigo,
las botellas rotas
no se fueron como nuestros
ánimos de bronce,
fluyendo con el fuego...
Ahora, toca eliminar la herencia,
y obligar a los faisanes a que vuelvan
a arrojar sus plumas por las corrientes
del arroyo...
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lunes, 30 de noviembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
Mala Leche, y su instantánea
Un paseo,
un intento,
una treta.
Hay algo en el movimiento
de estepa del pavimento,
como un seseo de columpio
- el balanceo prometido
en un susurro a destiempo.
El acerado de parcelas
devuelve geométricos los ojos
presuntos del águila que vuela,
y es el sol,
el que levanta este oleaje
de viento de luz,
quien ciega al equilibrio
y lo florece en aleteos de miradas.
En la cabeza que pasea,
justo cuando cabe un niño,
y el resto de interferencias...
... se ha detenido la tierra y,
apagadas,
se están aburriendo
de nuevo las estrellas...
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un intento,
una treta.
Hay algo en el movimiento
de estepa del pavimento,
como un seseo de columpio
- el balanceo prometido
en un susurro a destiempo.
El acerado de parcelas
devuelve geométricos los ojos
presuntos del águila que vuela,
y es el sol,
el que levanta este oleaje
de viento de luz,
quien ciega al equilibrio
y lo florece en aleteos de miradas.
En la cabeza que pasea,
justo cuando cabe un niño,
y el resto de interferencias...
... se ha detenido la tierra y,
apagadas,
se están aburriendo
de nuevo las estrellas...
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Mala-Leche con los ecologistas yankees
Las intenciones eran buenas / en las colinas pacifistas / de las comunas ecologistas
Las noches ponían películas de Godard, de Louis Malle, de Bertolucci y de Pasolini
Las tardes cantaban con guitarras y botellas / y encendían las típicas hogueras
Las mañanas besaban las plantas / con poca agua / y mucho sol natural
Las bodas eran de Kusturica / y las cenas eran de Visconti
Los cuadros eran modelos de nature art, biodegradables y efímeros / y hechos con palos y piedras
Las novelas se leían diez veces / como en Farenheit de Truffaut, y los poemas cien veces / dando gritos
Las estrellas flotaban entre cortinas /de oscuras capas de ozono / y frescor del aire
La luna inspiraba a los niños / pero muy a menudo solamente / unos minutos de incredulidad
La mejor foto era la de las chicas / posando juntas vestidas de campesinas
La mejor luz era la del mediodía / cuando sonaba el silbato para descansar.
Pero llegaron los cyborgs, los films de David Lynch, las teorías de Fukuyama
las peleas por los platos, los platilllos volantes y los telefilms / y también las teles individuales
las decisiones difíciles de vender / y mudarse a la ciudad
las correcciones en los guiones / de las adaptaciones de novelas americanas / sobre el New Deal
las traducciones de los artículos / sobre arquitectura funcionalista / y sobre el Yeti del Nepal
los pisos minúsculos en edificios / sin luz en el pasillo y la bici pinchada / y la cena sin pan
los papeleos para Almodóvar, los paseos por la calle sin un duro, los recados para Peter
las reminiscencias / de las novelas de Steinbeck...
A veces camina / hasta la estación / y piensa en Carole / y en los demás.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Mala-Leche en Wall Street
A finales de futuro con carros efervescentes Mala-Leche es una esponja
mientras suben y bajan, suben y bajan, suben y bajan las ilusiones de opulencia
Melville y los americanos juegan al parchís y a la camorra en un despacho de luces
mientras suben y bajan las evidencias y las corrientes gasoeléctricas.
Trapos de algodón y el alma cantando en la arena del sol del verano
mientras suben y bajan, suben y bajan, suben y bajan las pruebas técnicas
Mala-Leche levanta su mano y clama al cielo con sorpresa que es un hombre libre
mientras suben y bajan las compuertas, suben y bajan las conciencias.
Un amor destilado en la puerta de una armario, un delfín en la mano y tirachinas
mientras suben y se bañan las golondrinas y el genio del capitalismo se estrella en las estrellas
La velocidad de Breton estrellándose también con su coche loco en el fondo de la vida
mientras suben y bajan, suben y bajan las acciones de las grandes empresas.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
El Historicismo y su obra
"Extended las alfombras de la mente
como prados de infinitos horizontes
del pasado, futuro y presente."
Tejer mantos de pastos y después,
ahogarse en clorofila.
El papel de los libros
no es buena piel
para los jugosos malos sueños de la hierba...
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como prados de infinitos horizontes
del pasado, futuro y presente."
Tejer mantos de pastos y después,
ahogarse en clorofila.
El papel de los libros
no es buena piel
para los jugosos malos sueños de la hierba...
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Mala-Leche sin atributos
Así se asesinan las ideas, -pensó Mala-Leche en su despacho-, como libros
que nadie leerá ya en este fin de siglo, que dura ya sus veinte años, en un siglo XXI
más trillado que los dos anteriores, más cargado de ilusiones vacías y de finales
que una ceremonia deportiva para masas y para naciones y para sueños de niño.
Las altas expectativas, -prosigue-, no despiertan ya ni pasiones auténticas ni silencios
sino escepticismos tan duraderos y sólidos como joyas diseñadas, como cubiertos metálicos
o como pueblos de piedra a los que nunca llegarán las carreteras de asfalto y señalizaciones.
La fehaciente destitución de los valores cristianos y el fraude de los orientalismos mal diseñados
se suman en un olor a pasado que domina sin discusión las rutas de posibles viajes al poder
o los últimos esfuerzos por tener en este mundo algo contra qué indignarse sin mesura.
Nada queda ya de los trámites burocráticos y de los papeleos complicados con DNI
en esta situación absurda de espera, de antivanguardias, de frenética incertidumbre.
(Mala-Leche en este punto se levanta y retoma la lectura desesperada de Musil)
miércoles, 11 de noviembre de 2009
La ansiedad artística de Mala-Leche
Será triste el otoño en la ciudad y los bares de camioneros y de asesinos
Y felices serán sus pasos seductores con sus amantes elegidas con cuidado
como una colección fechada ayer o en los noventa de atletas viriles y fornidos
abusados por la bebida y la venganza
de sus madres y de antiguos agravios. Así es el márketing.
Mala-Leche, traficante ya maduro de canciones y experiencias
como un pastiche vienés, o una tumba abierta, o un manicomio de maricas en la posguerra
está dispuesto a entregarse a la prensa
está dispuesto a venderse a la tele-TV
está dispuesto a encender su penúltimo cigarillo
y confesar su mecanismo angustiado de escritura
ante un comisario divorciado de provincias.
Esto no puede ser una película, -piensa o especula-, sino a lo sumo un mal ejemplo
del dolor cotidiano de nuestras redenciones sociales en la vida americana.
lunes, 9 de noviembre de 2009
El alumbramiento de Mala-Leche
Mala-Leche es Monedismo.
Mala-Leche,
el de las órbitas oscuras,
contiene en sus ojeras el mapa
del vértigo del mundo.
Mala-Leche irrumpe en las miradas
y regala un fuego de batalla,
el descanso de los campos esquilmados,
y firma una huella de discordia
entre aquellos que se aturden con palabras.
Mala-Leche,
que de volar añora el peso
y que de peso,
sueña un vuelo;
que de mirar desde arriba
siente asco de la altura y
de pesar entre la sombra,
pesadumbre de un sueño de luz,
arrebata al sol mismo su figura.
Amor de Mala-Leche,
vaivén de frente entre un glaciar
y un corazón de estrella.
Ha nacido Mala-Leche arrepentido,
morirá disconforme,
cantará sin hacer ruido,
y callará ensordeciendo
al tumulto y sus credenciales de reloj,
sólo por el gesto inmutable de su frente...
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Mala-Leche,
el de las órbitas oscuras,
contiene en sus ojeras el mapa
del vértigo del mundo.
Mala-Leche irrumpe en las miradas
y regala un fuego de batalla,
el descanso de los campos esquilmados,
y firma una huella de discordia
entre aquellos que se aturden con palabras.
Mala-Leche,
que de volar añora el peso
y que de peso,
sueña un vuelo;
que de mirar desde arriba
siente asco de la altura y
de pesar entre la sombra,
pesadumbre de un sueño de luz,
arrebata al sol mismo su figura.
Amor de Mala-Leche,
vaivén de frente entre un glaciar
y un corazón de estrella.
Ha nacido Mala-Leche arrepentido,
morirá disconforme,
cantará sin hacer ruido,
y callará ensordeciendo
al tumulto y sus credenciales de reloj,
sólo por el gesto inmutable de su frente...
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viernes, 6 de noviembre de 2009
Cuento de Navidad
Hay algo que no funciona bien en mi reloj.
Salgamos a dar un paseo, había dicho, hacía invierno despelucado y robábamos mecheros para la noche, salgamos a dar un paseo, los árboles encorvaban sus dedos y encendimos lamparillas de papel con una vela dentro, así no nos perderíamos.
Ven, vamos a mirar aquí dentro, dijo, una puerta en una esquina, no estaba encendida, hacía tanto frío, despacito sin hacer ruido fuimos asomando los pies y la cabeza. Allí estaba. Quiero decir, allí estaba ella misma, bien vestida, parecía una oficina, olor a informes y a naftalina nueva. Yo se lo dije, le pregunté eres tú? y ella contestó parece que sí. No nos vió. Sonó un teléfono muy moderno y, al contestar, hablaba sobre un reporte, no sé, unos porcentajes, unos números y una cuadratura de una cuenta completamente desconocida. Yo le volví a preguntar eres tú? y me volvió a responder no puede ser, yo no soy exactamente así, además yo estoy contigo. Estaba muy bien vestida y llegó un señor también bien vestido, parece que habían quedado para cenar, recogió las cosas y antes que se dirigieran a la puerta, ya estábamos fuera. Fuera otra vez con el frío, y qué frío, cogimos las lámparas de papel y salimos corriendo, por si nos veían cuando salieran, pero no salieron. Teníamos dos mecheros y con eso nos calentamos un ratito.
Había luz en una ventana allá al final de la calle, vamos a ver qué hacen? venga. Mientras nos acercábamos íbamos oyendo la voz de un señor que hablaba seriamente de algo. Al asomarnos por la ventana vimos que había más gente. Estaban sentados en fila mirando a un señor de pié, con gafas y camisa de cuadros. Escribía cosas en una pizarra, cosas raras que no entendíamos. Eres tú? me preguntó, no puede ser, le dije, yo estoy aquí contigo. Sí, eres tú, me dijo, yo le decía que no. El señor hablaba de cosas importantes, parece que quería demostrar algo y todos le escuchaban con interés. Pegamos tanto la nariz al cristal que una de las personas nos vió. Inmediatamente huímos de la ventana. Ella se reía diciendo eres tú, eres tú que no, cómo voy a ser yo?. Ya no vamos a ningún sitio más, vale? vale, vámonos a casa.
Y qué frío hacía. Más frío que en la barriga de un frigorífico. Volvimos a casa y, por el camino, cogimos otro mechero para la noche. Mañana volvemos, a ver qué hay aquí, esto es muy raro. No, yo no vuelvo. Y eso?. Me da miedo. Miedica. No te metas conmigo. Miedica miedica miedica. Hasta que nos quedamos dormidos.
Salgamos a dar un paseo, había dicho, hacía invierno despelucado y robábamos mecheros para la noche, salgamos a dar un paseo, los árboles encorvaban sus dedos y encendimos lamparillas de papel con una vela dentro, así no nos perderíamos.
Ven, vamos a mirar aquí dentro, dijo, una puerta en una esquina, no estaba encendida, hacía tanto frío, despacito sin hacer ruido fuimos asomando los pies y la cabeza. Allí estaba. Quiero decir, allí estaba ella misma, bien vestida, parecía una oficina, olor a informes y a naftalina nueva. Yo se lo dije, le pregunté eres tú? y ella contestó parece que sí. No nos vió. Sonó un teléfono muy moderno y, al contestar, hablaba sobre un reporte, no sé, unos porcentajes, unos números y una cuadratura de una cuenta completamente desconocida. Yo le volví a preguntar eres tú? y me volvió a responder no puede ser, yo no soy exactamente así, además yo estoy contigo. Estaba muy bien vestida y llegó un señor también bien vestido, parece que habían quedado para cenar, recogió las cosas y antes que se dirigieran a la puerta, ya estábamos fuera. Fuera otra vez con el frío, y qué frío, cogimos las lámparas de papel y salimos corriendo, por si nos veían cuando salieran, pero no salieron. Teníamos dos mecheros y con eso nos calentamos un ratito.
Había luz en una ventana allá al final de la calle, vamos a ver qué hacen? venga. Mientras nos acercábamos íbamos oyendo la voz de un señor que hablaba seriamente de algo. Al asomarnos por la ventana vimos que había más gente. Estaban sentados en fila mirando a un señor de pié, con gafas y camisa de cuadros. Escribía cosas en una pizarra, cosas raras que no entendíamos. Eres tú? me preguntó, no puede ser, le dije, yo estoy aquí contigo. Sí, eres tú, me dijo, yo le decía que no. El señor hablaba de cosas importantes, parece que quería demostrar algo y todos le escuchaban con interés. Pegamos tanto la nariz al cristal que una de las personas nos vió. Inmediatamente huímos de la ventana. Ella se reía diciendo eres tú, eres tú que no, cómo voy a ser yo?. Ya no vamos a ningún sitio más, vale? vale, vámonos a casa.
Y qué frío hacía. Más frío que en la barriga de un frigorífico. Volvimos a casa y, por el camino, cogimos otro mechero para la noche. Mañana volvemos, a ver qué hay aquí, esto es muy raro. No, yo no vuelvo. Y eso?. Me da miedo. Miedica. No te metas conmigo. Miedica miedica miedica. Hasta que nos quedamos dormidos.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Vanguardia monedista y conciencia de clase
En el nombre del poema monedista se resuelven las últimas dudas que podían existir sobre el buen fundamento de dadá, de los surrealistas de entreguerras, de la poesía Antifascista (Alberti, Lorca y Picasso), de los letristas, de los situacionistas y el pleno descarrío de todos los que quieren neutralizar la revolución poética. El sujeto de la historia sigue siendo el proletariado revolucionario, y cada paso hacia la libertad es un renglón más en la crónica monedista. Somos herederos de la Ilustración pero más que nada, somos creadores del romanticismo del siglo nuevo. Walt Whitman podía ser divinamente ingenuo, vivió en el siglo XIX, pero nosotros somos humanamente peligrosos. Una revolución más, y de la libertad cantaremos los colores.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Revoluciones
La siguiente edición del periódico traía más de lo mismo. Tirones de manta, trampas bajo la mesa y bofetadas carísimas. Regalaban estampitas de jugadores de fútbol y cupones para una vajilla. Séneca argumentando las derrotas del Betis y cuatro pisos más arriba, en una mesa frente a la ventana, el otro Kerouak empieza otra vez el nuevo tema de una asignatura que siempre suspende. Dice que en realidad es Homero, pero quiere viajar y como no tiene dinero, se lo inventa. Es divertido leer cómo se imagina la India o Japón. Su novia se pasa casi cada tarde a la hora del café y a veces se queda a dormir. Él quiere trabajar, dice que está cansado de esperar y que lo que le interesa es el dinero y ella insiste en que tenga paciencia, que siga intentándolo, que merece la pena; él piensa, de alguna manera, que es un héroe, lucha por el amor de su chica y sufre por el destino; ella piensa que ya sería hora de que despertase, le cura con las palabras, entra en sus suenios para arreglar su fiebre de justas y honor y, a veces, él se entera.
Neptuno ha vuelto a la ciudad, tiene mil historias que contar, hemos quedado a las once en El Chiringuito, vendrán el Marqués del Azafrán, Ofelia, Caperucita y el Rey de Bastos, vendrán Sigfredo, El Cid y Ben Sahl. Brecht pone las copas, y en la esquina, Proust sigue intentando afinar la armónica. Si quieres ayudarle, inténtalo, te llamará perdedor sólo por haber nacido, o algo peor, todo sería carnavalesco si no fuera por la otra Paris, la Hilton, una yonki con un excelente gusto para los foulards, todos alaban sus joyas de plástico y ella se envuelve con orgullo en su noble chaqueta vieja, está orgullosa, hoy ha sido una buena noche, ha juntado casi trece euros y con eso puede vivir un día más, hay que celebrarlo, yo le invito a un botellín que se deja olvidado cuando un viejo la llama a voces desde la esquina.
Después, cuando se cuelgan las estrellas, lo mismo te encuentras a Einstein que a Madam Curie, Marco Antonio habla con el violinista de la esquina, se llama Federico, es poeta y vende una maría espléndida. Al otro lado de la acera, el Fantasma de la Ópera y Don Juan gritan borrachos a dos putas que turnan la guardia para los corazones abandonados, son Friné y "la Bardó", las catedráticas de la Casa de las Sirenas, por diez euros se lo dejan, ellos andan demasiado borrachos, una pandilla de punkis les ofrecen un litro y al rato recitan a Joyce de memoria. Y lo único que queda después de que desaparezcan las sirenas de la policía es el sonido de la escoba de Don Quijote, que se ha sacado una plaza de barrendero porque otro está enfermo.
Recuerdo que me dijiste algo de la revolución. La revolución. Mira, de buena gana me agarraba a las armas, me travestía de soldadito y me ponía al mundo por montera si no fuera porque todo esto me parece cojonudo. Sabes?, todos los ratones nos acabamos encontrando en los rincones más exquisitos. Es lo que tienen los malos momentos, que nos hacemos más hermanos. La Moneda sigue en obras y será divertido hacer una fiesta allí cuando se abra de nuevo. Me lo he pensado mejor, cuenta conmigo para lo de la revolución, de perdidos al río. Bombardearemos con libros las universidades, haremos mil revistas realmente interesantes y fundaremos un grupo de teatro, y cuando acabemos, moriremos tranquilos sabiendo que nos hemos comido una mierda olímpica, pero que, al menos, lo hemos intentado.
Cuenta conmigo. Apúntame en esos papeles revolucionarios, pero no me des responsabilidades porque de noche me espera mi Paris, la otra Paris, me espera "la Bardó" y "la Cítrica", y los punkis son como la familia. Sin ellos todo es aburrido. Nos vemos ya sabes dónde. Me alegro que todavía pienses así. Un abrazo. Ten cuidado con el almidón, que engancha.
Neptuno ha vuelto a la ciudad, tiene mil historias que contar, hemos quedado a las once en El Chiringuito, vendrán el Marqués del Azafrán, Ofelia, Caperucita y el Rey de Bastos, vendrán Sigfredo, El Cid y Ben Sahl. Brecht pone las copas, y en la esquina, Proust sigue intentando afinar la armónica. Si quieres ayudarle, inténtalo, te llamará perdedor sólo por haber nacido, o algo peor, todo sería carnavalesco si no fuera por la otra Paris, la Hilton, una yonki con un excelente gusto para los foulards, todos alaban sus joyas de plástico y ella se envuelve con orgullo en su noble chaqueta vieja, está orgullosa, hoy ha sido una buena noche, ha juntado casi trece euros y con eso puede vivir un día más, hay que celebrarlo, yo le invito a un botellín que se deja olvidado cuando un viejo la llama a voces desde la esquina.
Después, cuando se cuelgan las estrellas, lo mismo te encuentras a Einstein que a Madam Curie, Marco Antonio habla con el violinista de la esquina, se llama Federico, es poeta y vende una maría espléndida. Al otro lado de la acera, el Fantasma de la Ópera y Don Juan gritan borrachos a dos putas que turnan la guardia para los corazones abandonados, son Friné y "la Bardó", las catedráticas de la Casa de las Sirenas, por diez euros se lo dejan, ellos andan demasiado borrachos, una pandilla de punkis les ofrecen un litro y al rato recitan a Joyce de memoria. Y lo único que queda después de que desaparezcan las sirenas de la policía es el sonido de la escoba de Don Quijote, que se ha sacado una plaza de barrendero porque otro está enfermo.
Recuerdo que me dijiste algo de la revolución. La revolución. Mira, de buena gana me agarraba a las armas, me travestía de soldadito y me ponía al mundo por montera si no fuera porque todo esto me parece cojonudo. Sabes?, todos los ratones nos acabamos encontrando en los rincones más exquisitos. Es lo que tienen los malos momentos, que nos hacemos más hermanos. La Moneda sigue en obras y será divertido hacer una fiesta allí cuando se abra de nuevo. Me lo he pensado mejor, cuenta conmigo para lo de la revolución, de perdidos al río. Bombardearemos con libros las universidades, haremos mil revistas realmente interesantes y fundaremos un grupo de teatro, y cuando acabemos, moriremos tranquilos sabiendo que nos hemos comido una mierda olímpica, pero que, al menos, lo hemos intentado.
Cuenta conmigo. Apúntame en esos papeles revolucionarios, pero no me des responsabilidades porque de noche me espera mi Paris, la otra Paris, me espera "la Bardó" y "la Cítrica", y los punkis son como la familia. Sin ellos todo es aburrido. Nos vemos ya sabes dónde. Me alegro que todavía pienses así. Un abrazo. Ten cuidado con el almidón, que engancha.
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