con voz de canción country y de ranchera
una letra de amor: que yo te quiera
no cambiará que aceptes mis engaños.
Y yo pastor hambriento de rebaños
sellaba con aceite de primera
los tímpanos y te daba mi cartera
con tal de minimizar así los daños.
Te quedaste sin voz y me quede sin pasta
Y así nos fuimos apagando lentamente
como una colección de barbitúricos.
Que Agustín Fernández Mallo venga y diga: "¡basta,
basta!, me quedo con la idea y te doy veinte
billetes de los grandes por los músicos".
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