Tengo apenas treinta años
y es como si tuviera cien.
Después de mis estrenos y de guisar el éxito del estilo en cada noche idéntica
beber la risa de los más grandes del cine y reírme de las musas de los jóvenes nocilleros
superar a Isaac Rosa, Manuel Puig, codearme con Panero, Leopoldo María, y Carlos Fuentes
mentir a los políticos y besar a las cantantes,
el mal poeta que soy se sienta en su pequeño paraíso bibliográfico
de libros digitalizados del XIX
época de Hegel y de Marx y de George Sand
y emprende un retorno a los principios del positivimo y la retórica
de la historia, la novela larga y en serial, los antiquaires y los inventores
del nuevo mundo
aquel que se le escapa
cuando lo que estalla no es su cuerpo por quien ama
cuando se descifran solos los poemas del sufí al-Shushtari en el silencio zen de las estanterías
viejas.
Treinta y cien
ResponderEliminarLloviendo en cascada Leibniz, Goethe y Feuerbach
quemando las naves de Brecht -siempre es Brecht-
volviendo al futuro al asalto prodigioso a la pirueta
a palabras que se mutilan en abreviaciones
y el blancoynegro de cada día.
Naufragaremos el avión en la bahía del costado
haremos sí haremos como Schiller en el Jenzig
lloverá y los Otonios traerán el humo
de Wittengstein de Riefenstahl de Neo Rauch
y las tripas encogidas cuando se oiga
Jedem das seine.
El exilio poliniza
de lunares gitanos el pecho
sólo queda germinar.