La fábrica de topacios estaba en plena producción en los momentos más inapropiados.
Si sucedía por ejemplo, durante un tranquilo paseo por el cementerio,las toneladas eran recogidas y apiladas como un rápido desastre en los osarios llenos de huesos.
Otras en cambio, se hacía preciso navegar rápido hacia la orilla más cercana para que el peso de los topacios no hundiera nuestra barcaza.
Los vecinos nunca se acostumbraban a nuestras rápidas carreras hacia las afueras de la ciudad, donde sólo la tranquilidad de los grandes almacenes permitía espacio para la inminente constelación de topacios.
Los viejos del pueblo miraban sorprendidos los lluvias intempestivas que provocanban dentro de los ascensores.
A veces en los restaurantes, en los cafés, en los cines, o en la parada de autobús, se salían por debajo de nuestras ropas y pareciamos ser bastante raros.
Aunque a pesar de todo nunca desee pararla.
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