El pájaro, como la flor, también me enseñaba su mundo, por el cielo rojo del crepúsculo, sus evoluciones se tornaban ágiles sin ningún motivo y era muy bonito.
Pero la mirada, aquella que tenía la dulce flexibilidad de una mujer, se detuvo tendida a lo largo del campo baldío:
_¿Cómo allí, entre la áspera tierra árida, había crecido una flor como esa?
El pájaro tenía la sensación de estar en el cielo pero estaba en la tierra, y la señalaba quedándose quieto frente a ella y quedándose serio, como si estuviese preguntándose cómo allí donde nunca crecía nada podía haber crecido una rosa como esa...
A su alrededor todo era desierto o como mucho cactus de afiladas espinas, de nuevo, el pájaro que había volado muchas millas a lo largo de corta vida se quedaba serio mirándola...
Entonces el pájaro comprendió la fuerza de la rosa, porque había ocurrido desde dentro, ocurría desde dentro cada día, “escuchando desde la semilla era recibida a veces la lluvia” , porque ella sentía la naturaleza profunda de su lado y aunque allí nunca crecía nada, con aquella flor se ha mostrado el orgullo ante la mirada seria de toda la tierra....
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