Ven un rato a mi cama
ya sé que estás desnuda
entrégate sin condiciones
a la violenta pasión
tanto tiempo guardada
entre secretos oscuros que te pertenecen
cierra los ojos
a las promesas de fugaz dicha infinita,
aunque mañana te vayas
no dejes pasar
la ardiente fiebre a ti debida
ni opongas resistencia a la enorme fuerza
que arrastra a los amantes desesperados
a los placeres más intensos,
no dudes más,
no rehúses la fruta fresca
que se humedece
en tus entrañas
a la llamada
del sexo,
que se reúne y confabula
en torno a cada una
de tus zonas erógenas
que se erizan y se estremecen
como la lluvia
que te acaricia y te subyuga
a lo largo de toda tu piel
más allá de la razón
y dejemos
las horas pasar
mientras brota el sudor
y fluye el agua
con la misma fuerza que arrastra
el mar a los jóvenes poetas
como pequeños bajeles
entre la lírica de todos los tiempos.
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