Ella- un contorno que suena a tuba al tacto,
un calor de caoba;
un ensueño de uva en las yemas de los dedos.
La calle- la luz se despierta y se levanta,
eleva la cabeza y, como ella,
ilumina lo que cree que la ciega.
Mis zapatos- pesan tanto que la acera crea ecos
del recelo sospechoso de mis pasos.
Mi guitarra- tiene un mástil de emergencia
que obedece a la mecánica precisa
del cálculo del ábaco.
Y una hoja,
una hoja que se baila verde,
observada por el musgo,
mientras dice “sí” el chasquido de paja de una escoba...
...
...
...
..
..
..
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario