Cuando negocié con el barquero Caronte una pórroga para mi sombría vida
resolví volver a amarla
qué tontería..
cuando se marchaba le dije: Puedo ser vulgar pero mis sueños no lo son.
Aquella insoportable situación me había llevado hasta las orillas de la muerte.
Ahora comprendo que mi estupidez debía de ser inusualmente divertida.
Tal vez sonriendo me propuso una tregua en mi enfermedad por alguna hazaña que nunca había logrado.
Me recuperé. Al principio ,ni siquiera intenté buscarla, ni siquiera intenté buscar a otra. Luego la olvidé, la olvidé como si se hubiese muerto y una extraña ocupase su vida. En la distancia igual que ella me extinguió, yo la extiguí a ella.
Un día, gracias a aquella maldad encontré una mujer y vivimos juntos una vida vulgar.
Cuando ya muy anciano estaba en el lecho de muerte sentí que una sombra arrogante estaba detrás de la puerta. Esta vez Caronte me cobró una moneda.
Llegará un momento que el sol se transformará en una estrella gigante roja
que devorará la tierra.
Pero seguro que la encontrará vacía.
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