miércoles, 26 de mayo de 2010

GOLONDRINAS MUERTAS.

Aún no habían venido los lobos con sus aullidos
ni las criaturas abigarradas que tanto temen los niños.
Los espantapájaros con horribles muecas podrían aparecer en cualquier momento
y la angustia de sus miradas se podía sentir en las esquinas.
Aún no habían venido los coches fúnebres con su alto sentido de la solemnidad,
y su parroquia de seres queridos henchidos por el llanto.
Aún no había llegado el tiempo del suicidio, con su incompresible momento de valor
frente al constante sentimiento de lasitud de los cipreses.
Golondrinas muertas rodeaban los palacios que un día deseamos visitar en lejanas tardes de sueño a la orilla del otoño.
El mar seguía allí, imperturbable en el horizonte del plata, pero sus marineros llevaban brazaletes negros.
Ya no sabía si esta pesadilla era real o fruto de mi imaginación atormentada,
pero una cosa era cierta
Tú me habías abandonado y las malditas golondrinas seguro que no volverían....

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