jueves, 27 de mayo de 2010

EL HIJO DEL SOL.

Cuántas veces he visto en sueños los bosques de las Árdenas
que te vieron crecer,
llenos de nubes hermosas y francesas
más allá de los ríos alemanes,
detrás de los inmensamente felices vientos belgas,
entre el canto de las leñadoras...
cuántas veces he escuchado tus gritos de alegría
entre los sombríos silencios de los hombres
cuántas veces he sentido tu mirada profunda y azul
dotada de la libertad más sagrada
quizá por eso seas como un espíritu embargado por la metempsicosis
elevándose por encima de cada uno de los promontorios grises
donde sucumben los sueños de los que sueñan
mientras áun continúas adivinando bajo este mismo sol
con la misma sarcátisca sonrisa la amargura de la belleza
con el tiempo que ha pasado sin que tu voz imposible
halla dejado de ser más salvaje y mística
como una extraña excepción, que asusta al nigromante
y de la que sólo puede sospechar vagamente su enorme intensidad
porque tú descubristes las leyes matemáticas a las que obedece el sueño,
mientras el mundo se ha hecho más viejo y más feo
aunque todavía puede hollarse el trigo rubio
entre la hierba verde
y hallar hombres como hermanos en playas azules
tal como dijistes ¡Oh joven eterno!
cuando lanzastes tus versos sobre el futuro
siendo tu gran sueño, nuestro presente
sobre el divino pecho de la humanidad.

2 comentarios:

  1. SEGURO QUE LO HABEÍS ADIVINADO PERO SE TRATA DE UNA ODA A RIMBAUD...

    SALUDOS.

    ResponderEliminar
  2. Gime en la tarde un barco cargado de mentiras
    pero las ondas del fiel caminante
    estabilizan en la ebriedad moderna
    un adiós inestable a los cielos.

    ResponderEliminar