Cuando Flora pone el reloj en hora y fuera empieza a llover, a su casa van los perros, a oler.
Todos lo saben. Los pasillos se visten de invitados y a pesar de que la calefacción funciona, nadie se sienta. Suena el microondas. El siguiente plato está servido. Nos sentamos y empezamos a comer, y a pesar de que la calefacción gotea, nos quedamos al calor del maletín. Lucy, de gala, empieza a bailar un vals. Mientras, en el otro lado del pasillo, otro hace el teatro de los gestos. Algo importante, parece. Y en el servicio se combinan Marco y Andreas. Bolsillos que se arrugan, compartiendo los colores graciosos de los homenajes.
Entonces Flora pone el reloj en hora y fuera empieza a llover. A su puerta van los perros, a ver, si las sobras so suficientes para echar el día y dentro, el charlestón del microondas y el bastón de Rolf, el elegante Rolf, usa la servilleta de manera prodigiosa, nunca se aleja de la calefacción excepto en los postres, mientras tanto, en la cocina, Tessa pone la mesa y por la ventana se oye "guau, guau", asoman nubes, Marie marca los pasos de un baile que se ha inventado, el pasillo es lo mejor.
Entonces Flora pone el reloj en hora. Fuera, empieza a llover y entre los perros que fueron a oler, se coló uno policía y explotó la alegría. Lucy se olvidó la corona y Rolf, el bastón. El pasillo era una fiesta, la calefacción goteaba, Marco cantando ópera. Yo salí por la ventana de la cocina con el microondas. Flora, la buena de Flora, se mudó a otro palacio. De todas maneras, cuando cocina, se le llena la puerta de perros y Tessa pone la mesa. Hay bailes de salón y calefacción. Rolf sigue espléndido y Lucy, brillante, y Flora...
Flora pone el reloj en hora.
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