Un palacio cerrado por otras manos y otras llaves.
Subo y bajo escalando sus paredes y cornisas,
haciendo memoria de sus formas con las manos,
y me asomo a los cristales sellados,
donde se muestran tus ojos al ventanal.
Tras ellos, te asomas tú,
tan encerrada como yo,
enclaustrado en el resto del mundo.
Contigo dentro,
el asedio nombra mi vida
y los muros de palacio,
los confines de tu cuerpo,
la piel definitiva,
el tacto del sueño,
la geografía del gemido...
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